La juez Lucy Koh, a petición de Apple, decretó la prohibición de la venta del telefóno de Samsung en EE.UU., solo una semana después que también prohibiera las ventas de la tableta Samsung Galaxy Tab 10.1. en territorio norteamericano.
El punto principal del recurso de Samsung se basa en que las ventas de sus terminales, basado en el nuevo sistema operativo de Androd (Jelly Bean), no puede dañar las ventas de Apple.
La juez Koh había señalado que "en ausencia de una medida cautelar, es probable que Apple pierda de manera sustancial cuota de mercado y sufra un gran descenso de ventas en el futuro".
Apple tuvo que pagar una fianza superior a 75 millones de euros para garantizar el pago de los posibles daños y perjuicios sufridos por Samsung en caso de que la medida se rechazara posteriormente.
Ambas compañías continúan enfrascadas en una árdua batalla legal que ha provocado enfrentamientos en más de una decena de países.
Apple y Samsung se acusan mútuamente de violación de patentes, en su carrera particular por alcanzar el liderato de ventas de dispositivos móviles.
